¿Dónde están las raíces de la iglesia de Cristo?

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¿Desapareció la iglesia de Jesús durante algún tiempo de sobre la faz de la tierra? ¿No es la iglesia de Cristo un grupo más en la evolución del “cristianismo”? Si volvemos la mirada al pasado, ¿podemos trazar una línea inquebrantable de continuidad entre la iglesia actual y la del primer siglo?

Si no hay una prueba histórica que demuestre que la iglesia siempre existió, ¿cómo podemos decir que pertenecemos a la iglesia fundada en Jerusalén a inicios del primer siglo? ¿No es la iglesia de Cristo un grupo fundado en los Estados Unidos de Norteamérica? ¿Las raíces de esta organización religiosa no están en el Movimiento de Restauración liderado por Thomas y Alexander Campbell y Barton Warren Stone?

Hace algunos años, la revista La Voz Eterna publicó un artículo de Rafael Serrano titulado ¿La iglesia del Nuevo Testamento, una utopía? En esta exposición comparto algunos puntos de interés encontrados en ese artículo. Los frases que pertenecen a Serrano aparecerán entre comillas y en letra cursiva. En otras citas, con estas mismas características, se incluye el nombre del autor y título de la obra citada.


Muchos desean ver una lista cronológica que demuestre la continuidad de la iglesia de Cristo a través de la historia. Algo similar a lo que presenta la iglesia Católica Romana sobre la continuidad papal. Dicha lista inicia con Pedro como el primer papa en el año 67 d.C, hasta Juan Pablo II, actual pontífice. De esta forma, presentando una lista de 265 papas (documento histórico), se proclama como la verdadera iglesia. Pero “lo importante es tener claro que lo que nos hace herederos de los creyentes del primer siglo no es hacer malabarismos cronológicos y demostrar una línea de continuidad entre la iglesia apostólica y nosotros, sino la identidad de fe y principios con el evangelio de Jesucristo y sus proclamadores… tal como enseña la Biblia”.

No necesitamos presentar documentación histórica que compruebe que somos los herederos de los primeros cristianos. Lo que nos hace herederos y, por lo tanto, ser parte de la iglesia fundada por Cristo, es “la identidad de fe y principios con el evangelio de Cristo”. El documento para identificar una iglesia de Cristo, en cualquier parte del mundo y en cualquier tiempo, es el Nuevo Testamento. Al retornar a este documento histórico-espiritual es posible reproducir una iglesia de Jesús en cualquier parte del mundo sin importar la época.


Cuando el rey Josías (2 Crónicas 34,35) restauró la adoración al Dios verdadero y el culto conforme a las Santas Escrituras de su época, la “línea de continuidad histórica” era de paganismo, rebeldía, idolatría y falsas enseñanzas. Josías no fue un paso más en “la evolución histórica del pensamiento hebreo”, sino que rompió con la línea y se volvió a Dios.

Cortesía de freebibleimages.org

Para algunos, la actual iglesia de Cristo no es más que un fruto en la línea de continuidad histórica o evolución del cristianismo. Algunos afirman que la iglesia de Cristo tiene su origen en Estados Unidos y en el Movimiento de Restauración que surgió en esa nación norteamericana.

A través de sus apóstoles, y conforme a su promesa en Mateo 16:18, Jesús edificó su iglesia en la ciudad de Jerusalén, aproximadamente en el año 33 d.C. A pesar de las discrepancias entre los judíos y los gentiles convertidos al evangelio de Cristo, además de las diversas confusiones que se presentaron entre las iglesias del primer siglo, los creyentes mantenían un patrón de identidad con Jesús.
Con el paso del tiempo la iglesia se corrompió en su organización, adoración, forma (plan) de salvación y gobierno. Esta corrupción o apostasía engendró a la Iglesia Católica Romana. Esta organización religiosa poco a poco se convirtió en una súper estructura, en un sistema religioso-político con incidencia en gran parte del mundo.


En el siglo XVI surge en Europa la Reforma Protestante, donde resalta la figura de Martín Lutero, famoso por sus 95 tesis en las cuales refutaba algunas prácticas de la Iglesia Católica Romana. Sin embargo, el resultado fue la aparición de otras denominaciones con credos humanos, lo cual ensanchó la línea de apostasía.


En el siglo XIX nace en Estados Unidos el llamado Movimiento de Restauración. Hombres como Thomas y Alexander Campbell, Barton Warren Stone y Walter Scott son presentados como personas que se esforzaron por restaurar la iglesia del Nuevo Testamento. A ellos se les conoció como “los cuatro grandes”.
La perspectiva histórica presenta a la iglesia de Cristo como un grupo “que se desligó de los Discípulos de Cristo… se reportaron como un grupo separado en el censo de organizaciones religiosas de 1906… son producto del esfuerzo por restaurar el cristianismo primitivo. Las dos causas principales de la separación fueron la introducción del órgano en la iglesia [música instrumental] y la cuestión de las sociedades misioneras”.

Thomas Campbell, Barton W. Stone, Alexander Campbell y Walter Scott. Grabado por JC Buttre; diseño de JDC McFarland, Public domain, via Wikimedia Commons.

Juan Antonio Monroy, en su libro Movimiento de Restauración. Historia y Documentos, escribe: “La intención de los precursores dio nombre al producto: Movimiento de Restauración. Es así como se conoce en todo el mundo al ente religioso en el cual están hermanadas las Iglesias de Cristo”.


Entonces, ¿es la iglesia de Cristo un grupo cuyo origen se remonta al siglo 19? ¿Es la actual iglesia de Cristo un grupo religioso que, como otros, surgió del Movimiento de Restauración en Estados Unidos? Debemos enfocar el asunto desde la perspectiva de Dios, aunque el historiador se enfrasque en buscar las raíces en los esfuerzos humanos por restaurar a la iglesia primitiva.

Jesús dijo que a su iglesia ni siquiera el poder de la muerte podría vencerla (Mateo 16:18). La iglesia de Jesús siempre ha estado presente en las páginas del Nuevo Testamento. “Tanto el evangelio de Jesucristo como la iglesia del Nuevo Testamento están ahí, y son posibles de reproducir en cada cultura y época debido a su origen divino… Un contrasentido socio-histórico, pero una verdad espiritual y eterna”, argumenta Serrano.


No somos descendientes del Movimiento de Restauración, sino descendientes o seguidores de Cristo (verdad espiritual y eterna). Lo que muchas personas honestas y amantes de la verdad han hecho alrededor del mundo es similar al acto de Josías: han roto “la línea de continuidad del cristianismo” y se han vuelto a Jesús y a su sana doctrina. Josías no reformó la adoración a Dios, sino que detuvo la evolución y retornó al verdadero culto a Dios; se volvió a la senda antigua. Nadie ha logrado, por ejemplo, restaurar la Iglesia Católica a la doctrina primitiva. Lo que muchos hombres y mujeres han hecho es abandonar los sistemas religiosos humanos y volver al evangelio puro de Jesús y a la sana doctrina contenida en el Nuevo Testamento.

Hoy día, no debemos pretender reformar, sino retornar y permanecer en la doctrina, fe y adoración de la iglesia primitiva. La raíz de la iglesia no está en el protestantismo ni en el Movimiento de Restauración. Las raíces de la iglesia edificada por Jesús están en Jerusalén, en los apóstoles, en los cristianos primitivos y en la palabra viva e imperecedera del Nuevo Testamento.

-Carlos A. Rodríguez. Publicado originalmente en El Mensajero, tomo 10, diciembre de 2001.

Fuentes consultadas

  1. Fudge, Edward. El Movimiento de Restauración cumplido en Jesucristo.
  2. Melton, Gordon J. (1987). Enciclopedia de Religiones Americanas. Detroit: Gale Research Company.
  3. Monroy, Juan Antonio (1987). Movimiento de Restauración. Historia y Documentos. Wichita Falls, Texas: Worldwide Spanish Literature Ministry.
  4. Valente, Matulli Flaviano (1994). La Iglesia Católica y el Protestantismo. San Salvador: Central Impresora.
  5. Ketcherside, W. Carl (febrero 1957). La perspectiva Católica Romana. Saint Louis, Missouri: Mission Messenger, Vol,20 #2.

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